San Antonio, Texas – El aguerrido Secretario de Justicia de los Estados Unidos, Alberto Gonzáles, ha decidido seguirle la corriente a muchos otros del gabinete del Presidente George W. Bush y pintarse pa’l carajo, renunciando a su puesto y abriendo un restaurante de tacos en San Antonio.
Este acogedor timbiriche de tacos es la nueva empresa de Alberto Gonzáles, donde en vez de meternos las cabras, nos sirve cabrito
Gonzáles, harto ya de tener que fingir amnesia ante sus declaraciones frente al Congreso estadounidense, dijo que decidió renunciar y volver a ejercer su pasión primera: la cocina. A apenas par de días de su retiro, ya Gonzáles abrió su taquería, llamada «Alberto Gonzáles’s Casa De Tacos Y Legal Advice«, en la cual mezcla su amor por la comida mexicana y su vocación de abogado.
El Secretario de Justicia, explicando la loquera du jour del Presidente Bush: «Es que ustedes no entienden: yo me leí la Constitución de rabo a cabo, y en ningún sitio dice que el Presidente no puede interceptar las llamadas telefónicas sin una orden judicial: ¡sólo con el testigo!»
Orgulloso de sus suculentos platos aztecas y ambiente familiar, Gonzáles asegura que su restaurante es un lugar donde todos, grande y chicos, documentados e indocumentados, pueden sentirse a gusto. Aunque mucha de su clientela dice que la comida es en efecto excelente, muchos se quejan de lo difícil que es lograr que Gonzáles conteste claramente incluso las preguntas más sencillas: por ejemplo, al increparle cuánto cuesta el Combo Padrísimo #3, Gonzáles respondió «No recuerdo… tendría que consultar mi agenda», y luego de otras respuestas evasivas, éste se excusó y desapareció como por arte de magia.
Aquí vemos cuando, ante las insistentes preguntas del cliente de que si los combos vienen con refill gratis, Gonzáles se hizo el loco y se escondió detrás del mostrador
Mucha de su clientela no acude a su restaurante sólo buscando probar sus suculentos platos «directos de Xochimilco», sino que vienen también buscando consejos legales que Gonzáles ofrece gratuitamente «con la compra de $10 ó más (no válido domingo y días feriados)». Son muchos los congresistas estadounidenses que han sido ayudados por Gonzáles en la privacidad de su salón de actividades (llamado «El Marranito Room«), con consejos desde «Diles que no puedes testificar bajo juramento porque aplica el Privilegio Ejecutivo» hasta «La tortura de prisioneros no es ilegal siempre que puedas sacarte de la manga que lo haces en nombre de la seguridad nacional».
Gonzáles en su salón de actividades dándole consejería legal a un cliente («La Constitución no dice nada en contra de la gula (ésos son los católicos y sus adorables ‘pecados capitales’)… ¡así que sigue comiendo en confianza!»)
Por su parte, el ex-Secretario de Justicia no descarta regresar a ejercer la ley de nuevo profesionalmente, manifestando: «Si en algún momento aparece alguna chiripita como juez del Supremo, que me avisen… o como juez de algún talent show. En realidad es que me quedé con las ganas de ser juez, así que hasta en un Miss Deaf USA me gustaría servir en el jurado». El mismo Presidente Bush es el que más desearía que Gonzáles regresase a su puesto de asesor legal, quejándose apesadumbrado: «Sin él como Secretario de Justicia, ¿quién me dará por buena cualquier idea descabellada que se me ocurra, limpiándose el culo con la Constitución?»
Capturado en una mirada llena de añoranza, Bush le imploró a Gonzáles, casi al borde de lágrimas, «¡No te vayas, Alberto, mi chalupita!»