Carolina, Puerto Rico – La farmacéutica puertorriqueña PuertoDrugs, famosa por producir medicinas específicamentes para el mercado puertorriqueño, ha dejado de producir una de sus más lucrativas drogas, Amiplín 500, la cual permite a quien la toma darle un sendo foquetazo a todas las preocupaciones de su vida. Aunque muchos boricuas están sufriendo la carencia de la droga al mermar su oferta, por otro lado se ha encontrado que de la noche a la mañana el Gobierno de Puerto Rico ha comenzado a funcionar eficientemente.
PuertoDrugs (cuyo lema es: «No: No Nos Referimos A Ese Tipo de Drogas, So Tecato») es conocida por otros remedios de común uso por puertorriqueños en y fuera de la Isla, tal como Ladilla-Off, Quema-Chichos e incluso el controversial Boricuex (adquirido recientemente tras la compra de la compañía Boricuex, Inc.). A pesar de que Amiplín 500 es la medicina que más ganancias le lograba a la farmacéutica, misteriosamente por las últimas semanas sus líneas de manufactura han dejado de producir el medicamento. A pesar de que esto ha permitido la producción de otras drogas tal como Cricol y Chancro-Be-Gone, el mercado puertorriqueño ciertamente se ha percatado de la falta de Amiplín 500 en las farmacias de la Isla.
La blanca panacea del puertorriqueño, el Amiplín 500
«Yo necesito mi Amiplín 500 y es ahora«, enfatizó Josefa Martínez, ama de casa y madre de cinco niños de diferentes edades y diferentes padres. «¿Cómo carajo se supone que pueda lidiar con mi mierda de vida sin poder olvidarme de mis preocupaciones con la ayuda de substancias que alteran la química de mi cerebro? Tengo to’s estos nenes jodiendo todo el santo día: con mi Amiplín 500 me sentaba a ver televisión, y entre Cristina y las novelas venezolanas que dan todo el día yo me la pasaba tranquilita, y si los nenes se la pasaban gritando o cayéndose del techo y metiendo utensilios en los enchufes, yo ni me enteraba y podía disfrutar de mis programas». Melecio Delgado, el marido de Josefa, era también un asiduo usuario de la milagrosa droga, y concurre con su esposa, añadiendo: «Dios mío, nunca antes me había dado cuenta la mucha mierda que habla la mujer mía: ¡no se calla! Para mí es o dos Amiplín 500 ó darme una fumaíta con los panas, porque si no, me pego un tiro».
Josefa Martínez y su reguero de nenes en mejores tiempos, joseándole juguetes al Gobierno en alguna actividad navideña
A pesar de que muchos ciudadanos lamentan la pérdida personal de los efectos de la medicina, muchos aseguran que al menos ha tenido un resultado positivo: la apatía que parecía colmar al Gobierno de Puerto Rico y sus empleados se ha disipado poco a poco, al punto que ahora es posible hacer fila en Colecturía sin esperar por horas por un maldito sello de dos dólares. Además, se han reportado incidentes de trabajadores de la oficinas de la Autoridad de Energía Eléctrica siendo solícitos y serviciales, llegando incluso a escucharse frases tales como «no se preocupe porque se supone que yo esté de break, caballero: yo lo atiendo a usted primero» y «bueno, dama, a pesar de que esa gestión se realiza en otra oficina, deme dos minutos y yo se la resuelvo sin problema alguno». Sin embargo, no han podido ser confirmados reportes de que hasta el mismísimo Gobernador Aníbal Acevedo Vilá ha tomado una actitud más seria sobre su trabajo como primer mandatario, asumiendo responsabilidad por las fallas de su gobierno en vez de apáticamente echándole el gato muerto a administraciones pasadas.
Dos empleadas de una oficina gubernamental, para variar trabajando servicialmente y con tesón
Indagaciones sobre la razón por la cual PuertoDrugs ha dejado de vender su medicamento número uno revelaron que fue un descuido de la gerencia gracias al cual no se ordenaron los componentes de la droga, ni se puso su producción en los itinerarios de la maquinaria de la farmacéutica. Lorenzo «Lolo» Lirón, el gerente a cargo de poner las órdenes y coordinar el uso de la maquinaria, accedió indiferentemente a responder a nuestras preguntas sobre este incidente. «Na’, tipo, ya tú sabes, simplemente se me pasó», nos dijo tranquilamente en su oficina, con las piernas trepadas encima de su escritorio sin levantar la vista del video de YouTube de un nene gordo bailando ridículamente que veía en su computadora. «Total, no veo cuál es el show«, preguntó encogiéndose de hombros, y tumbando al piso las decenas de cajas vacías de Amiplín 500 que cubrían su escritorio mientras hacía espacio para echarse una siestecita, «si la gente siempre puede hacer lo que se hacía en Puerto Rico cuando los huevos se ponían a peseta antes de que existieran medicinas: ¡beber pitorro!»
Lolo Lirón, en medio de una importante reunión de gerentes