Salinas, Puerto Rico – Para solucionar la crisis que está enfrentando la industria avícola del país, Fernando Echegaray, presidente de Productos Avícolas del Sur (quienes procesan su pollo localmente bajo la marca «Pollos Picú»), anunció que en vez de continuar con su plan de importar pollo extranjero para poder mantenerse en el mercado, su compañía optará en vez por usar carne de iguana (mejor conocida coloquialmente como «gallina de palo»).
La idea de comer carne de iguana surgió de una sugerencia de los científicos Carlos J. Rivera y Juan D. Daza, quienes plantearon como posible solución para la plaga de dichos animales en la Isla el atraparlas y comérselas. Las iguanas, quienes fueron mascotas populares en la Isla hace unas tres décadas (por razones misteriosas, dado que éstas son feas con cojones), fueron liberadas por sus dueños (seguramente cuando éstos se dieron cuenta que pagaron un fracatán de chavos por un animal que es, de nuevo, feo con cojones) y puestas en un ecosistema en donde no tienen depredadores naturales. Es por esto que a la gallina de palo se ha podido reproducir impunemente y regarse por todo Puerto Rico, al punto que se le imputan numerosas fechorías, a saber: entorpecer el despegue y aterrizaje de aviones al poblar la pista del Aeropuerto Luis Muñoz Marín; acabar con los algunos cultivos alrededor de la Isla; e incluso varios asaltos bancarios a pata armada.
Una foto de archivo de una de las iguanas robabancos enmascarada
«Estamos seguros de que el pueblo puertorriqueño no quiere que nosotros vengamos a importar pollo de afuera, que como todos sabemos es Amarillento y Pellejú’™», explicó Echegaray. «Así que, ¿qué mejor manera de abastecer nuestra industria avícola con carne, y simultáneamente ayudar a exterminar la plaga de las gallinas de palo, que jampeárnoslas?» Dado que toda carne exótica que no es pollo siempre la gente dice que sabe a pollo, Echegaray aseguró que ni siquiera los exigentes paladares puertorriqueños podrán notar la diferencia entre el pollo fresco del país y la carne de iguana: «Además, lo que vendemos en Pollos Picú es carne de gallina: ¿qué importa si es de gallina de palo o de gallina vulgar y corriente? ¡No vengan ahora a ponérsenos picky, mi gente, que ustedes comen morcilla, y eso es tripa a la que le vaciaron la mierda y luego la rellenaron con sangre coagulá’!»
¿No ven qué apetitosa se ve esta iguana?
La respuesta del pueblo ante este plan ha sido variada. Entre los que están a favor se encuentra la Asociación de Deambulantes de San Juan, cuya posición oficial es: «¡Tenemos hambre! ¡Dennos comida! ¡De lo que sea! ¡No somos tiquis-miquis!». Asimismo, el Gremio de Restaurantes Chinos no ve ningún problema con la propuesta, diciendo: «no vemos inconveniente alguno en sustituir un tipo de carne por otra carne más barata y de salubridad cuestionable, sobre todo cuando estos occidentales son tan idiotas que ni se dan cuenta». Finalmente, los agricultores cuyas cosechas están siendo devoradas por los reptiles avalan vigorosamente la idea: «¡Por mí que se las coman to’as! ¡Deben saber a carajo, pero que se joda!»
Las iguanas son tantas que algunas incluso han podido apoderarse de embarcaciones marítimas con el propósito de invadir otras islas
Sin embargo, no faltan quienes ven grandes dificultades con la propuesta solución: por ejemplo, Doña Maritza Caballero, una ama de casa boricua que lleva cocinando «desde más tiempo de lo que lleva Sandra Zaiter en silla de ruedas», declaró: «Yo no sé tú, pero yo creo que podría notar la diferencia entre un pollo entero y una jodía iguana. Primero que nada, me daría cuenta si el empaque tuviese forma de iguana, en vez de pollo, porque estoy familiarizada con la forma de un pollo congelado, y, aunque no soy bióloga ni nada que se parezca, una iguana congelada debe ser bien diferente». Igualmente, todos los puertorriqueños que han visto una iguana han añadido su comentario de criticismo, acotando que «¡la madre mía se va a comer una de esas vainas en vez de comer pollo, aunque sea traído del exterior! ¡Pollos Tyson, here we come!»