Springfield, Illinois – La Cabellera del ex gobernador por el estado de Illinois, Rod Blagojevich, se ofreció a la fiscalía federal para testificar en contra de su dueño con tal de no ir a parar a la cárcel con éste. Blagojevich fue arrestado por cargos de corrupción el 9 de diciembre del año pasado por alegadamente intentar sacar provecho económico del escaño vacante que dejara el ahora presidente Barack Obama como senador de Illinois. La Cabellera del ex Gobernador, quien hasta ahora había permanecido callada sobre el asunto, anunció que «¡la madre mía va a parar a la cárcel por la zahorria esa!» y se ofreció como testigo en su contra con tal de que len inmunidad.

Aunque aún no se han traído cargos oficialmente contra el ex Gobernador, el fiscal federal a cargo del caso, Patrick J. Fitzgerald, está confiado que no tendrá problema alguno en presentar su caso, «porque basta sólo con verle la casa de buscón grasiento a Blagojevich para no sólo radicarle cargos, sino encontrarlo culpable de una sentá'». Velando güira preventivamente, la Cabella del ex Gobernador, procurando no compartir el mismo destino que su dueño, se le ofreció a Fitzgerald como un testigo de la fiscalía. «No tienen ni que perder tiempo con grabaciones cuya procedencia pueda ser difícil de comprobar», aseguró la lustrosa Cabellera. «Yo fui testigo de todas las suciedades que hizo Rod, y con tal de que me desliguen de él permanentemente, gustosamente testificaré en su contra».


La Cabellera de Rod Blagojevich (y un pendejo debajo de ella robando cámara)

La sedosa Cabellera declaró que sus razones para írsele en contra a su dueño son varias: «Empecemos con que yo soy demasiado bella y llena de cuerpo como para ir a parar a la cárcel rodeada de pelos grasosos y apestosos, y tener que usar champú marca Casimiro, yo que me jodí durante años aplicándome mejunjes de aguacate maduro y huevo para lucir así de regia». Añadió que razonó que Blagojevich «va pa’ la cárcel que se las pela», y que a menos que la Cabellera tome cartas en su propio destino, ella también terminará en un lugar lúgubre y tenebroso donde no pueda ya seguir echándose media taza de salvia y media de romero para mantener así su envidiable lustre. «Con tal de mantener mi look sedoso y manejable, chotearía hasta a mi propia madre», aseguró, haciendo una referencia sesgada a quien muchos sospechan es la igualmente notoria cabellera del reverendo Al Sharpton.


La Cabellera de Al Sharpton, alegadamente la madre de la de Blagojevich

Como su representante en esta gestión, la Cabellera ha escogido a nada más y nada menos que a Mirta de Perales, la celebrérrima estilista y experta sobre los cabellos, quien, aparentemente, todavía no se ha muerto. «Bággame, chiquitico, yo creo que es mi debé el protegé y defendé a todos los cabellos del mundo, y eso es lo que boy a hacé ahora, po’ ttu bbida», aseguró Mirta, prometiendo que el fiscal Fitzgerald sólo necesitaría cinco minutos con ella para acceder a la proposición de la Cabellera de dejarla testificar a cambio de inmunidad. «Vaya, mi sangre, es que sería un crimen bábbaro mandá a la cáccel a unos cabellos tan bien cuidados como éstos, óyeme tú. Se nota pilas que la Cabellera ha usado todos los produttos Mitta, desde el Champú de Leche hasta el Champú de Crema con Placenta», finalizó Mirta, y justo a tiempo, porque ya se nos habían acabado todos los clichés cubanos.


Mirta de Perales y sus cabellos, en una foto que debemos suponer es de los 1980’s

En respuesta a la amenaza de su propio pelo, Blagojevich gritó iracundo: «¿¡Cómo esa Cabellera malagradecida me va a venir a hacer esto a mí ahora, después de tanto que la cuidé!? Además, ¿quién me reconocería a mí sin ella, si es en lo único que la gente se fija de mí? Igualmente sin mí, ella no es nadie: sólo un mazo de pelo brillante y lustroso sin forma definida». En un acto de coraje y despecho, el ex Gobernador gritó: «¡Pues si no la puedo tener yo, no la tendrá nadie!», y agarró un par de tijeras e hizo ademán de cortar su propios frondosos cabellos: «¡Cuando acabe con ella, parecerá un raspacoco de ésos de Hogar CREA!». Sin embargo, Blagojevich no tuvo la fuerza para llevar a cabo su funesto ultimátum y dejó caer las tijeras, diciendo con tono lloroso y derrotado: «¿A quién pretendo engañar? Yo nunca podría hacerle daño a mi Cabellera…».


Así es como por poco deja Blagojevich diezmada a su frondosa Cabellera

A preguntas de qué haría con su vida la Cabellera si fiscalía accediese a su propuesta y le garantizara su libertad, ésta respondió: «Pues dime tú, ¿qué hace una cabellera cuando tiene al fin la potestad de hacer lo que quiera, ir adonde quiera, y ver lo que quiera?», preguntó aparentemente de modo retórico. «No, pero si yo estoy preguntando en serio», aclaró. «¡Díganme qué haría una cabellera en esa situación, porque yo no tengo ni puta idea! Siempre he estado encaramá’ encima del advenedizo ese». Luego de recapacitar un poco, la Cabellera respondió que probablemente buscaría morar sobre alguien a quien le hagan falta mejores cabellos: «¿Sabe alguien si la cabeza de Donald Trump está aceptando inquilinos? ¡A ése sí que le vendría bien un buen cambio de peinado!».

Por El Rata