Cayey, Puerto Rico – En medio de el alza en el número de pacientes infectados con la influeza AH1N1, mejor conocida como la «gripe porcina», el Gobierno decidió reconocer la «gesta heroica de todas las lechoneras del país, en especial las de Guavate, por su infatigable labor de intentar acabar con la fuente de infección primaria de este temible virus».
«Hay que celebrar lo bueno junto con lo malo», declaró el epidemiólogo del estado, Johnny Rullán. «Es innegable que la matanza de tantos sucios cerdos en manos de estas dedicadas y patrióticas lechoneras han ayudado en esta crisis, dado que mientras menos lechones haya, menos fuentes de infección andan por ahí joseando en la mugre y estornudándole encima a los humanos que los crían… Porque déjenme decirles que esos cerdos son bien puercos: ¡nunca usan mascarillas, ni se lavan las pezuñas con Purell cuando terminan de comer! Por mí que los maten a to’s como en esa canción navideña, con un clavo en la frente y otro en el corazón, y que luego hagan morcilla y los asen a to’s a la varita». Rullán le recordó a la ciudadanía que, por varios meses, el único plan de ataque del Gobierno contra la gripe porcina consistía en «comerse a todos los cerdos del país antes de que nos contagien», un plan que, según el epidemiólogo, hubiera sido exitoso «si el Pueblo nos hubiera hecho caso y hubiera acudido a su lechonera más cercana para comer cuanto producto derivado del cerdo pudiesen encontrar… ¡debieron haberse comido hasta el cuerito!».
Otra posible fuente de infección, rostizada a la perfección
Rullán, quien ya declaró macabramente que en Puerto Rico «va a morir gente todos los días«, no pudo evitar la ocasión para continuar con sus predicciones patibularias y drama queen-y: «O sea, a pesar de que las lechoneras están ayudando en la crisis, a mí no me cabe duda que la gripe porcina es la enfermedad más virulenta, fatal, y carnepuerca que ha parido madre, y estoy seguro que diezmará la población puertorriqueña en cuestión de semanas. Es más, de cada diez personas que estén leyendo estas palabras ahora mismo, sólo nueve estarán vivas la semana que viene, y en dos semanas, ocho, y así por el estilo, hasta que para diciembre sólo habrá tumble-weeds dando vueltas en el desierto carente de vida que será nuestra Isla. Es más, ¿ustedes vieron la mini-serie ‘The Stand‘ basada en el libro de Stephen King? Así mismo se verá todo, pero con más gente marrón muerta en las calles».
«Así lucirá El Yunque cuando este mal satánico acabe con nosotros», aseguró Rullán con su usual mesura
La lechonera El Timbiriche de Ronny agradeció el galardón gubernamental, el cual les fuera otorgado por el mismo Rullán en persona. «En realidad ni nos habíamos enterado de que nos iban a dar un reconocimiento», contó Ronaldo «Ronny» Jiménez, propietario del local. «Ayer de buenas a primeras llega el Sr. Rullán en una limosina del Gobierno, con escolta y to’a la pendeja’, y se bajó, luciendo una mascarilla de seda, para decirnos que el Pueblo de Puerto Rico nos daba las gracias por disminuir el número de lechones que andan por ahí infectando a medio mundo, y nos dio un trofeo y todo, que era una estatuita de un cerdo a la varita. Luego de presentarnos con el premio, nos pidió cincuenta órdenes de lechón asa’o y guineítos en escabeche y dijo que todo el mundo en Fortaleza quería formar parte de la gesta heroica, y que le empacáramos la orden pa’ llevar. ¡Nos acabaron con el inventario!». Rullán añadió que «aunque en el Timbiriche de Ronny sólo le queden dos o tres cantos de cuerito y par de rabos de puerco, lo más que hay en Guavate son lechoneras, así que exhorto a la ciudadanía a que se dé la vueltecita por allá y coopere con la causa… ¡aunque nadie olvide usar su mascarilla azul y traerse su potecito de Purell!».
Parece que en El Rancho Original todavía queda pernil: ¡hagan su parte patriótica y dense la vueltecita!
En medio de toda esta celebración, nosotros aquí en El Ñame no hemos podido evitar notar la ausencia de ya varias semanas de nuestro corresponsal y amigo, Oscar Marrano. Esperamos encarecidamente que alguien no le haya metido ya el diente en alguna lechonera de Guavate.
Si alguien ve un canto de pernil en su plato que se parezca a esto, favor de llamar a nuestras oficinas centrales