«Hablemos claro», explicó Mubarak mientras acariciaba lentamente al gato persa que tenía en su falda, «con un nombre como el mío ya tenía la mitad de la pelea gana para ser un villano como esos de las películas, y con esta careta que me gasto, ¡ni hablar! Después de todo, con este semblante solo podría aspirar a dedicarme a asustar niños desobedientes por las noches, o a diseñar planes nefastos con los cuales apoderarme del mundo. ¡Y ser un villano ya prácticamente estaba en mi résumé, así que, heme aquí!».
El ex presidente egipcio no perdió tiempo en apertrecharse debidamente para su nuevo rol, comprando gafas oscuras, practicando su sonrisa siniestra en el espejo, e incluso haciendo de su guarida una remota isla adquirida presuntamente con fondos que se robó de la tesorería de su país antes de abandonarlo. El ahora «Director Vitalicio» de Mubarak Evil Inc. no quiso revelar cuál sería su primer plan maquiavélico, aunque adelantó que sería tan macabro que «le helaría la sangre incluso a Dick Cheney».
Mubarak anunció que está buscando secuaces para su organización de malhechores internacionales, describiendo a su subalterno ideal como «mezquino, pusilánime y desalmado». Admitió que ya le hubiera hecho una oferta al quizás recién desempleado presidente de la Universidad de Puerto Rico, José Ramón De la Torre, «pero los periódicos de Puerto Rico se han pasado todo el día en el julepito de que si renunció o no, y yo no estoy para perder tiempo en juegos de nenes chiquitos… ¡pero que sepa él que cuando finalmente se deje de ñeñeñés y oficialice su renuncia, aquí en Mubarak Evil Inc. le tendremos las puertas abiertas!».