«¡Dios mío, dejen ya de criticarme, que no doy abasto!», suplicó la aparentemente inmadura tuitera mientras recibía más mensajes con enlaces a pornografía o llamándola una «gringa imbécil». «Mientras haya una sola persona en la tuiterósfera diciendo algo en contra mía, tendré que responderle, y ya me duelen los dedos». Al preguntarle a la presunta profesional si no sería más adulto y productivo ignorar a los trolls en vez de despotricar en contra de la educación de los puertorriqueños, esta replicó: «¡Es que no puedo evitarlo! Simplemente no logro ver la ironía de criticar el inglés de los puertorriqueños mientras simultáneamente cometo errores ortográficos y cuando es evidente que entienden perfectamente bien lo que les estoy diciendo en el ventiúnico idioma que hablo».
En varias de sus desaforadas respuestas, Cate Long lamentó que la acción de algunos puertorriqueños hubieran mancillado la reputación de su hasta hoy desconocido hashtag #Muniland. «Tantos años que tuitié yo en el olvido con mi hashtagcito que hoy estas bestias vinieron a estropearme. ¿Acaso no saben ellos que yo soy de la metrópoli, y por ende tienen que respetarme? ¿Cómo es eso de ponerme como chupa, y para colmo en MI idioma? ¡Amánsense, salvajes, que si me siguen dando de arroz y de masa, estaré yo aquí toda la noche enviando replies cada vez más patéticos!».