Jack Lew, el Secretario del Tesoro, explicó que el cambio responde a un deseo de tener más diversidad entre las personalidades que figuran en la moneda del país: «Seamos francos: en nuestros billetes lo que hay es tremendo salchicheo, y para colmo de males todo el mundo es más blanco que un armiño jugando golf mientras escucha Coldplay. ¿Qué mejor manera de matar a dos pájaros de un tiro que incluir a una mujer negra quien además fue una esclava? Pérate, ahora que lo pienso, esto conseguirá que los racistas alrededor de toda la nación pierdan la cabeza: ¡creo que conseguimos matar tres pájaros de un tiro!».
«Cuando este cambio entre en vigor», declaró Phil Bryant, gobernador de Misisipí, uno de los estados que sufrió un soponcio al enterarse del cambio, «desde ahora les digo que en nuestro estado no querremos ver un billete de a veinte ni en pintura, así tengamos que legislar para que todos nuestros bienes y servicios se vendan a menos de diez dólares». Al preguntarle si esto no arruinaría la economía de Misisipí, Bryant preguntó extrañado: «¿Economía? ¿Qué es eso? Mira, nuestro estado es el peor en educación y el más pobre (bueno, ¡al menos mientras a Puerto Rico no le den la estadidad!), pero si podemos ser los más odiosos en contra de los homosexuales a la hora de negarles bienes y servicios y en contra de los negros a la hora de negarles el derecho al voto, ¡algo es algo!».
Fuentes dentro del Departamento del Tesoro adelantaron que les tomará unos diez años efectuar este cambio en el billete de $20, a lo que el gobernador Bryant replicó: «Wow, como están las cosas, en una década lo único que valdrá menos de diez dólares será un chicle PAL… ¡pero que se joda! ¡Todo sea por continuar nuestro rol, como estado sureño, de ser predeciblemente lo peor de lo peor!».