De las Olimpiadas de Verano en Brasil han surgido un sinnúmero de críticas, desde estadios mal construidos y alta incidencia de crimen hasta epidemias de enfermedades transmitidas por mosquitos. «Sim, isso aqui é um cricão«, admitió João Ribeiro, representante del Comité Olímpico de Brasil, en lo que nos parece un facsímil razonable de portugués. «Ainda nada funciona, a polícia não trabalhar e o vírus do Zika está em todas partes… mas as meninas são muito gostosas e o clima é muito bom! Bem-vindo ao Brasil, o resto do planeta!«, exhortó João descaradamente a la vez que unos truhanes de alguna favela cercana aparecieron de la nada y lo asaltaron.
Aprovechándose del salpafuera carioca, el Comité Olímpico de Puerto Rico revivió rápidamente su antigua campaña para conseguir que la Isla fuera la sede de los Juegos Olímpicos. «Seguramente nuestra petición para ser la sede en el 2004 fue denegada porque los organizadores temían que nuestra mala organización, gobierno en bancarrota y alta criminalidad no fueran conducentes para llevar a cabo un evento de tal magnitud», admitió Manuel Narváez, recién nombrado dirigente de la campaña «Olimpiadas PR 2020». «¡Pero si se las concedieron a Grecia en el 2004 y a Brasil en el 2016, con las respectivas ollas de grillos que hay en ambos países, creo que somos fuertes contendientes para el 2020!».
Narváez señaló que en Puerto Rico hay todo lo que los organizadores olímpicos aparentemente son capaces de pasar por alto en una ciudad anfitriona: «¿Quieren Zika? ¡Tenemos Zika! (¡Y dengue y chikungunya también, si queremos picar alante!) ¿Quieren asaltos, tiroteos y car-jackings a plena luz del día? ¡Tenemos la Baldorioty de Castro y el municipio entero de Carolina! ¿Quieren mala infraestructura, un gobierno que está comiéndose un cable y una incapacidad total de planificar las cosas para que se hagan bien y a tiempo? ¡Vayan literalmente a cualquier lugar del área metro y miren a su alrededor! Lo único que hay en Brasil que no hay en Puerto Rico es gente que habla portugués, pero eso no es más que español habla’o con un pinche de ropa en la nariz. ¡Y si es cuestión de repartirle pinches a nuestros ciudadanos con tal de que nos concedan las Olimpiadas, eso se resuelve fácil!».
Al preguntarle a Narváez si no le parece algo descabellada la misión de obtener la sede olímpica en solo cuatro años –máxime cuando esta ya fue otorgada a Tokío–, este replicó: «¡Para nada! Nosotros llevamos décadas perfeccionando el desmadre social, político y financiero que los organizadores olímpicos parecen ser más que capaces de aceptar: ¡ya es nuestro turno de ser el hazmerreír de todo el planeta!».