«Sé que muchos piensan que me debería recusar, porque coño, quién carajo puede ser imparcial en el nombramiento de su propia esposa», empezó a explicar McConnell a la audiencia. «Pero como todo hombre casado puede atestiguar, retirarme del proceso solo resultará en preguntas como: ‘¿No crees que estoy cualificada?’, ‘Yo siempre te he apoyado en tu carrera: ¿por qué siempre acabo segunda?’, ‘Dime si no quieres que lo haga, en serio, que no me voy a enojar’ y por supuesto, el aterrador ‘Yo entiendo. No tienes que hacerlo si no quieres'», aseguró, mientras todos los hombres en la audiencia asentían en silencio.
«¡Y Dios libre que no la confirmen y yo me haya recusado! ¡Me mandan a dormir con el perro allá afuera! No, señoras y señores: es invierno y está bien frío allá en las montañas de Kentucky. ¡Mejor que me acusen de nepotismo a pasar por eso!», exclamó.