«Eso de ser gobernador y tener a la mayoría legislativa de tu propio partido es un palo», explicó el gobernador Ricky Rosselló, «porque te permite verdaderamente realizar tu agenda y obrar de manera inmediata y contundente a favor de la ciudadanía. Digo, eso me dicen, y quizás algún día lo trate: ¡pero por el momento, vamos a pendejear e insultar la inteligencia del pueblo eliminando días feriados y añadiendo días nuevos con claros matices político-partidistas! Porque, hablando claro: ¿a quién le molestaba celebrar la Constitución de Puerto Rico? O sea: en efecto tenemos una constitución; los cincuenta estados también tienen una, o sea que eso no es algo que nos haga un bicho raro o algo así; y, al fin y al cabo, nuestra constitución es prácticamente el resultado de pasar la de los EEUU por Google Translate y pa’ fuera. ¿Por qué eliminar ese día feriado? ¡Pues, para poder añadir un día nuevo sin descuadrar la caja, ponerle ‘Día de la Ciudadanía Americana’, y echarle alpiste a nuestros correligionarios estadistas a la vez que le fastidiamos el día a todos los pipiolos comefuego! ¡Eso es lo que yo llamo güin-güin!».
En efecto, esta decisión causó tanto furor entre esos dos grupos que la administración Rosselló ya ha propuesto cambiar aún más el calendario de días festivos añadiendo el Día de Ser un Penepé Reventa’o (a celebrarse el 17 de febrero, día del nacimiento de Luis A. Ferré, de más está decir). Según dispone el proyecto de ley, su celebración consistirá en que todo puertorriqueño, irrespectivo de su afiliación política, deberá exaltar a ultranza el gobierno de los EEUU en todo (excepto, de ser necesario, en su inacción a la hora de convertir a la Isla en el estado número 51). Además, toda la ciudadanía deberá menospreciar cualquier alusión a nuestra cultura; huirle a la bandera puertorriqueña como el Diablo a la cruz; y asegurar en inglés goleta que no hay diferencia alguna entre los puertorriqueños y los habitantes de cualquiera de los 50 estados. Finalmente, ese día se debe repudiar contundentemente cualquier reclamo del sector estudiantil o laboral (irrespectivo de cuán razonable pueda ser); de repente convertirse uno en el más evangélico súper conservador; y defender a ultranza la última malacrianza de Carlos Romero Barceló (sin importar a quién él haya podido mandar a asesinar o no en un pasado no tan lejano).
Rosselló adelantó que su gesta trolera podría culminar en la adición de otro día festivo al calendario: el «Día de la Independencia de Puerto Rico», que se celebraría el 30L de febrarzo, o, alternativamente, «el día que Colón baje el de’o; cuando las gallinas meen; o el día que los puertorriqueños elijan la independencia –¡el que ocurra primero!».