La interpretación que terminó siendo una sanguinaria matanza musical fue presuntamente en honor de su autor, Sting, quien tuvo que sentarse en el público, con güelemil cámaras grabando cada una de sus horrorizadas reacciones, y escuchar cómo uno de sus mayores éxitos era descuartizado al frente de sus propios oídos. «¿¡QUÉ TE HICIERON, CANCIÓN MÍA!?», sollozó Sting amargamente, mientras sostenía en sus brazos los últimos acordes agonizantes de su querida composición. «¿¡POR QUÉ TENÍAN QUE MASACRARTE TAN VILMENTE? ¡SI AL MENOS HUBIERA SIDO ‘ROXANNE’, ESO LO HUBIERA ENTENDIDO!».
La interpretación de Feliciano contó con notas discordantes, palabras olvidadas e improvisaciones ganguerísticas como «Oye, te estoy velando, ¡mira!». Estos inmisericordes e inmerecidos ataques resultaron en la muerte instantánea del éxito ochentoso, el cual no pudo ser resucitado ni siquiera con una transfusión de emergencia de «Every little thing she does is magic». La policía sueca rápidamente arrestó a Feliciano por «begöra på första förringen«, lo que según Google Translate quiere decir «matar al primero la clase», que suponemos que en realidad significa «asesinato en primer grado».
Según el jefe policiaco de Estocolmo, Lars Åke Störsson, la razón por la cual apresaron a José Feliciano de inmediato fue para evitar que este también atentara contra el más preciado tesoro de Suecia: los éxitos de ABBA.