«He visto que medio mundo está de lo más interesadito en las explosiones de lava de mi primo Kilauea en el Pacífico», se expresó Guata Burén, el volcán submarino sobre cuya boca, según gente que no sabe nadita de nadie de geología, se encuentra la Isla de Puerto Rico. «Yo llevo siglos inactivo (durmiendo, comiendo poscón, y viendo Netflix), pero no sé si a lo mejor ya es hora de calentar las calderas y reventar mi cima con una explosión de magma y gases sulfurados. ¿Que eso sin duda destruiría la isla que yace sobre mí? ¡Pues claro! Pero acá abajo también me llega El Nuevo Día, y sé que vino un huracán y partió a Puerto Rico por el medio, luego de que décadas de gobiernos incompetentes y corruptos se robaran hasta los clavos de la cruz, y ahora lo poquito que quedaba lo van a vender al mejor postor para poder pagarle a los ricachones extranjeros que compraron a la Isla cantito a cantito a precio de liquidación. ¿Qué tanto daño podría hacer una explosión volcánica después de eso? ¿Alguien incluso se daría cuenta?».
Guata Burén aún no decidió definitivamente si piensa «explotar a Borikén pa’l carajo» o no, aunque sí prometió que, de hacerlo, hará aspavientos sísmicos con mucha antelación «para que allá arriba las Adas Monzones de la vida puedan asustar a la ciudadanía lo suficiente como para que esta desaloje el lugar antes de que me vuele la propia tapa. Total, ¿no se está yendo medio mundo para Orlando de todos modos? Pues nada, ¡que se vaya la otra mitad entonces!».