Durante la reunión, luego de preguntar quién dejó que uno de los sirvientes se sentara en la mesa, Trump se acordó de Rosselló: «Ah, sí: tú eres el nene ese que está a cargo del arroz con culo que hay en Puerto Rico». Trump le indicó a la concurrencia que Rosselló «ha estado haciendo muy buen trabajo», o sea, que se la ha pasado chupándole las medias a él en vez de tirarlo al medio por la pobrísima respuesta federal al desastre natural del huracán María. «Me encanta la gente de Puerto Rico», aseguró Trump, mientras Rosselló se preparaba para otro comentario racista e ignorante, «porque aunque hablan español, no son mexicanos. ¡Además, saben cachear un rollo de papel toalla como si eso fuera un deporte allá abajo! Pérate, ¿eso es un deporte allá abajo?».
Aprovechando los cinco minutos que los adultos le dejaron decir «esta boca es mía», Rosselló le pidió a Trump que hiciera de la estadidad de Puerto Rico parte de su legado, a lo que Trump rio, asegurándole primero que nada que su legado será la preparación de los Estados Unidos para un xenofóbico régimen fascista. «Además, ya la estadidad de Puerto Rico figura en la agenda amarilla y con páginas deshilachadas que encontré en una gaveta de mi escritorio. Primero que nada, tienen que prometer que sus dos senadores pertenecerán al partido actualmente en el poder; luego, los cerdos tienen que volar; y por último, las gallinas tienen que mear. Y veo que la fecha en la agenda aparece como ‘el ninguno de octembre de 3156e45′: ¡así que no se me quejen más, que soy capaz de arrancar esa página de la agenda y pa’ fuera!».