El fantasma de Ferré, quien falleciera en el 2003 a pesar de nunca ver realizado su sueño de la estadidad para la Isla, aparentemente se sintió convocado al escuchar tanto llanto y crujir de dientes entre las huestes penepés. «Estaba yo feliz y contento disfrutando del Olvido y del Vacío del Más Allá (y poniéndome al día con mis series de Netflix), cuando experimenté una extraña sensación de que mi Pueblo me necesitaba. Ahora bien, ¡si me interrumpieron la última temporada de Casa de Papel, más vale que haya ido por algo bueno!», se quejó el prócer, no sabiendo cuán lejos de «bueno» está la actual situación de la Puerto Rico.
Sin embargo, al flotar incorpóreamente por las calles del Viejo San Juan y ver tanto grafiti de «Ricky renuncia», «Ricky Puto» y «Esta puta dice que renuncies», el espíritu ferrístico se convenció de que algo andaba mal. «Primero que nada, todo eso estaba en español: ¿¡en SERIO la Isla todavía no había alcanzado la estadidad!? Segundo, un gugleo rápido me puso al día de que se trata del NENE de Rosselló –pérate, ¿ese no fue el que de chamaco le encubrieron un accidente automovilístico? Éniju, me puse a leer las barrabasadas que ese bambalán dijo en una conversación por computadora (o algo así: ¡yo de esas vainas no sé mucho!), y debo decir que soy Team #RickyRenuncia«, aseveró la aparición, quien a pesar de decir «no saber mucho de computadoras», ya abrió una cuenta de Tuíter solo para decir: «@ricardorossello Ráspate pa’l carajo ya, o te jalo las patas. #RickyRenuncia #VeteADecirleBuenosDíasATuAbuela».
Al ver que su mensaje –al igual que el de miles de puertorriqueños iracundos– fue prepotentemente ignorado por Rosselló, el espíritu del otrora líder estadista decidió que «me le tendré que aparecer por la noche a Ricky, jalarle las patas, y jurarle que tendría que aguantar que yo le embruje La Fortaleza día y noche hasta que coja sus bártulos y se ponga a sí mismo de patitas en la calle. Y si cree que estoy bromeando, que mire a ver si no es cierto que, por pura testarudez de querer ver la estadidad, yo aguanté vivir 99 años en forma corpórea. ¡Con tal de restablecer algo de honor y respeto a la oficina del gobernador de Puerto Rico, soy capaz de morar varios siglos aquí en el Palacio de Santa Catalina, embrujando sus muebles de mimbre, cuadros antiguos, y espejos medios empaña’os! ¡Y como me sigan ignorando, soy capaz hasta de hechizar el reguero ese de sombrillas ridículas que Bea colgó al frente de la casa, a ver si es verdad que el gas pela!».