«¡Ahora saben la verdad!», exclamó melodramáticamente el mentalista. «¡Soy un astrólogo fraudulento, quien basa sus predicciones no en el movimiento de los planetas, sino en evidencia científica provista por mi sismógrafo!». Walter apuntó al papel de gráfica producido por el aparato que mide la intensidad de los movimientos telúricos, señalando que «la magnitud de la gráfica me indica que se tratan simplemente de movimientos menores, que acomodan las placas tectónicas y por ende hacen movimentos sísmicos mayores mucho menos probables. ¡Dios mío, pero solo escucha cómo sueno!», se autoincrepó el científico aficionado. «Como astrólogo se supone que esté diciendo alguna patraña sobre cómo Plutón está en la séptima casa o alguna totonada similar… ¡no explicando resultados empíricos! ¡Qué bajo he caído!».
Anita Cassandra, otra del sinnúmero de mentalistas boricuas a quien por alguna razón la gente le hace caso, expresó sentirse «sumamente decepcionada» por las predicciones «sensatas, comedidas y basadas en hechos» realizadas por Walter Mercado. «Ese charlatán ha abaratado el negoc– que diga, la vocación, de nosotros los astrólogos. ¡No se supone que para hacer predicciones se necesite usar lógica o el estudio mesurado de la realidad! ¡Eso lo puede hacer cualquier idiota con dos dedos de frente y conocimiento básico de la ciencia! ¡O Susan Soltero, el que llegue primero!». Anita aseguró que cuando ella hace una predicción es «bien De La Manga Productions«, y que no sometería jamás a sus seguidores «al horror de tener que analizar el raciocinio de uno de mis augurios». «Cuando yo pronostico algo, es para que la gente me lo crea así porque sí… ¡como Dios manda cuando se trata de la astrología!».
Walter le ofreció a sus fanáticos leer las hojas de té o las cartas del tarot para verificar si estas coincidían con su vaticinio, pero ellos le dijeron que no se molestara, que de solo saber que la predicción estaba basada en la ciencia «ya no tenía gracia».