«¿De qué rayos sirve tener a un musulmán de clóset en la presidencia de los Estados Unidos si él va a ordenar el asesinato de Osama Bin Laden y luego permitir que las fuerzas rebeldes libias encuentren y maten a Kadafi?», preguntó con molestia Omar Al Mahari, cabecilla del secretivo grupo islámico que puso a Obama en el poder. «Es por esta y tantas otras razones que nos vemos forzados a sacar a Obama de nuestras filas e invalidarle su ‘Secret Muslim’ card con efecto inmediato». Al perder acceso a esta tarjeta, el Presidente ya no obtendrá descuentos a la hora de comprar carne halal, perderá la habilidad de regatear y tendrá que renunciar a chiripear como taxista niuyorquino.
«Cuando Obama estaba corriendo para presidente y los republicanos se pasaban acusándolo de ser secretamente musulmán, nosotros pensábamos que nuestra treta de poner a uno de nosotros en la Casa Blanca sería descubierta», intimó Al Mahari. «O sea, el tipo es oscurito, su segundo nombre es ‘Hussein’ y su apellido rima con ‘Osama’: ¡es un milagro que nadie se diera cuenta de nuestra artimaña!». En efecto, el mismo Al Mahari le había suplicado al entonces senador que se cambiara el nombre a algo más «elegible», como «Barry O’Brien», pero Obama insistió en usar un nombre «tan foráneo y sospechoso» que cualquiera que lo criticase sonaría como un racista de clavo pasado — sin contar con el hecho de que hacer comentarios xenofóbicos sin inhibición es una parte importante de ser republicano.
A pesar de su eventual victoria electoral, la organización pronto descubrió que tener a un musulmán de clóset en la Casa Blanca no quiere decir mucho si este «no hace algo por la patria» y no logra avanzar las causas del Islam en occidente. «Nosotros esperábamos que Obama obligara la enseñanza del Corán en las escuelas públicas, que le diera un foquetazo a Israel, o al menos que no mandara a un foquin escuadrón élite de su ejército a volarle los sesos a Osama Bin Laden«, puntualizó Al Mahari. «Pero pues, como dicen por ahí: cría cuervos y te sacarán los ojos… ¡o al menos ayudarán a grupos rebeldes a que localicen en qué hoyo te estás escondiendo y te llenen de plomo!».
Ante preguntas de cuán seguro estaba de que los Estados Unidos, y por ende el Presidente, fueron imprescindibles a la hora de ayudar a los rebeldes libios a localizar al escurridizo dictador, Al Mahari replicó: «Los republicanos le dieron crédito por encontrar a Kadafi a medio mundo: a la OTAN, a los ingleses — ¡qué rayos, hasta a los franceses! Es decir, a todo el mundo menos al presidente Obama. ¡Y eso nada más me basta para saber que él sí estuvo detrás del asunto! ¡Lalalalalalalalá!», ululó Al Mahiri con coraje.
Por su parte, el primer mandatario aseguró que le «vale madre» que la agrupación islámica radical que ayudó secretamente a elegirlo le haya quitado su tarjetita de musulmán de clóset. «Como ya es harto sabido, yo le prometí villas y castillas al electorado americano para que me eligieran y no he hecho tres carajos para cumplir», sostuvo Obama con una sonrisa fresca. «¡Que le hiciera promesas a estos musulmanes también y luego me las pasara por el forro no es na’!».