«¿Que por qué decidí cambiarle el nombre a la pieza legislativa que me permitirá cumplir mi más significativa promesa de campaña?», preguntó el gobernador García Padilla con voz trémula. «Hum, este… pues… mira, hablando claro la razón fue… ¡aritmética! O sea, 50,000 empleos en año y medio significa aproximadamente 91 trabajos por día. ¿A quién se le ocurre que alguien pueda crear tantos trabajos en una isla que está económicamente en la prángana y cuyos jóvenes están cogiendo la juyilanga cada día más porque aquí los huevos están a peseta? Si no fuera porque gané las malditas elecciones, ¡me iría yo también! Acá entre nos: ¿es demasiado tarde para pedir un recuento y entregarle esta olla de grillos a Fortuño?», quiso saber el primer mandatario.
Con el nuevo nombre de la ley, la administración popular tiene «una mayor flexibilidad a la hora de la tabulación de resultados» y «un plazo de tiempo mayor para poder articular el éxito» — frases de abogado para decir que nadie los puede llamar embusteros cuando inevitablemente les salga el tiro por la culata. «Ahora que es claro que los empleos se darán luego, quizás, y si Dios quiere, podemos todos dormir más tranquilos», explicó el Gobernador. «Si termina mi primer cuatrienio y hemos perdido más trabajos de los que generamos, por ejemplo, podré argumentar que todavía no ha llegado el ‘Luego’ menta’o, o que simplemente Dios todavía no ha querido… ¿y quién osaría ir a pedirle cuentas a Dios, en un país tan cristiano como este? Religious zealotry FTW!«, exclamó sonriente.
El primer mandatario confesó: «A decir verdad me está gustando este jueguito de ponerle un nombre más realista a las cosas para ir bajándole las expectativas a la gente — tendré que hacer más uso de esa artimaña». Acto seguido, anunció que la residencia del Gobernador será conocida de ahora en adelante como «La Debilidad».