La División Macaneadora de Policías (DMP) es una organización multisectorial cuya membresía está compuesta por voluntarios de todo tipo, desde estudiantes universitarios que han sido golpeados en manifestaciones pacíficas hasta personas que han sido golpeadas en manifestaciones pacíficas pero que no están en la universidad. A todos los une «el deseo entrañable de hacer que los miembros de la uniformada se sientan como cualquier hijo de vecino cuando se lanzan a la calle en masa para protestar por sus derechos», aclarando que «el ‘vecino’ al cual nos referimos no es un político o un empresario adinerado –¡porque los hijos de esos vecinos también necesitan una buena trompada!».
«Nos apena que los miembros de la Policía de Puerto Rico no puedan ser partícipes de la experiencia completa del protestante boricua», se lamentó Martín Degeteau, organizador de la DMP. «Cuando el ciudadano promedio tiene alguna riña laboral con el Gobierno, la administración de turno invariablemente envía policías al lugar para vigilar que las cosas no se salgan de control –causando así que las cosas se salgan de control. No recuerdo la última vez que fui a una manifestación de pueblo que no me dieran un macanazo, que no me echaran gas pimienta en la cara, o que al menos no me hubieran dado dos o tres empujones y al menos una mandá’ pa’l carajo. ¿Por qué estos dedicados servidores públicos merecen menos atención al momento de luchar por sus derechos?», preguntó Degeteau mientras pulía una enorme macana apodada «Atúquiti».
«Le agradecemos a este grupo de civiles que se hayan tomado la molestia de hacernos sentir aceptados por la comunidad», expresó Samuel Nevárez, portavoz de la Policía. «A veces uno piensa que cuando uno está jartando de palos a algún manifestante o rociándole pepper spray a algún estudiante barbú’, que eso lo separa del resto de la sociedad, como si uno estuviera abusando del poder otorgado por esos mismos ciudadanos. Es bueno saber que estos se preocupan por incluirnos en la experiencia política puertorriqueña, y espero que el día que tengamos que tirarnos a la calle para que el gobierno nos pague lo que nos debe, haya una turba de civiles con cascos y escudos plásticos rompiéndonos la madre, ¡como Dios manda!».