Miguel «Papo Mondongo» Jiménez, perito asaltante, contó cómo su profesión ha estado desmereciéndose en los últimos años: «La cosa está tan mala que los otros días paré a alguien en la calle para robarle y simultáneamente el tipo intentó asaltarme a mí. Terminamos comparando el contenido de nuestras respectivas billeteras y como el tipo estaba más pela’o que yo, coincidimos en que él debería terminar atracándome a mí. ¡Mi’ qué jodienda! ¡Eso sí que es ir por lana y salir trasquila’o! No en balde cada día más y más de mis compinches terminan largándose de aquí: ¡están yéndose a lugares donde la gente no esté en la prángana y aún se puedan encontrar víctimas con chavos a quienes robarle!».
No solo los asaltantes, sino también los car-jackers están teniendo problemas últimamente desempeñando su menester. «¡Ay, Bijnen, la de cosas que me han pasado a mí!», se lamentó Aníbal «Tito Jumper» Peña, quien llegó a hurtar tantos vehículos en su época de gloria que se le conocía como «El Terror del Parking de Plaza». «La semana pasada estaba caminando yo de lo más tranquilo por la calle y viene un tipo, se baja de un Kia to’ ‘estartala’o, me encañona y me obliga a que me le lleve el carro, que según él estaba en un gas llegando a petróleo y no tenía con qué pagarlo. Ahora tengo yo que cargar a cuestas la porquería de limón ese que si hace mucho calor, no prende, y si lo miras muy duro, se apaga. Y para colmo de males, ahora tengo el Banco Popular encima mío preguntándome por el último pago y persiguiéndome como un exnovio stalker. Cuando uno es un car-jacker y tiene que andar por ahí en un Kia que es más moho que carro, ¡la cosa está bien mala, compadre!».
Por su parte, ladrones que ha emigrado de la Isla cuentan que en sus respectivos destinos la cosa les va mucho mejor. Luis Raúl «El Bizco» Ortega, recién llegado a la Florida, exhorta a sus colegas puertorriqueños a que «brinquen el charco» para buscar mejor fortuna: «Aquí en Orlando puedo asaltar a mano armada, robar carros o meterme en cualquier casa y asegurarme de salir con más chavos de con los que entré… ¡y lo más probable es que mi víctima también sea boricua, así que no hay problemas de comunicación!». Lo mejor del caso, según el ecléctico criminal, es que «con los chavos que me gano puedo ir a Disney World cuando me dé la gana y pasar un día tranquilo sin temor a que me asalten».