«Nuestros cruceros son más que hoteles flotantes: son casi pequeñas ciudades», explicó Thurgood McCarthy, relacionista público de la Royal Caribbean. «Y, hablando claro, más que ciudades, son pequeñas aldeas con higiene tercermundista que por alguna razón tienen canchas de tenis, piscinas y bufets de medianoche para alimentar la gula. Claramente somos incapaces de mantener a nuestros clientes sanos y libres de virus estomacales, así que, ¿por qué no simplemente darle la cara al asunto y bautizar a nuestro más reciente navío con un nombre que le indique a nuestros pasajeros que más vale que traigan mucho Imodium AD en la maleta? ¡O mejor que no lo traigan na’, que con gusto se lo venderemos a sobreprecio en nuestra farmacia a bordo!».
La ruta del «Gastroenteritis of the Seas» atracará en varios puertos alrededor del mundo, «cada uno más insalubre que el otro», y su lema será «Diviértete y pásala bien (¡antes de que te empiecen las carreritas!)». McCarthy añadió: «Muchas otras compañías exhortarían a sus pasajeros a que se laven bien las manos antes de comer y se cercioraría de que sus tripulantes nunca manejaran alimentos si están enfermos… ¡pero no nosotros! Ahora que dejamos claro en el nombre de nuestra placa de Petri flotante que nadie va a desembarcar sin perder al menos dos o tres libras en el baño, no tenemos por qué ponernos con esas pendejaces de ‘limpiar frecuentemente los lugares públicos’, ‘mantener la comida apropiadamente refrigerada’ o ‘cuidar de la salud de nuestros empleados y clientes’. Eso de ser cauteloso y moralmente responsable no deja chavos; total, parece que la gente seguirá yéndose de crucero no importa cuán mal mantenida esté la embarcación, así que… ¡que venga el mal de tripas!».