«¡Ya está bueno de pañitos tibios, ñeñeñés y otros sinónimos de mojigaterías!», tronó el magnate de bienes raíces e inexplicable favorito entre los candidatos, Donald Trump. «Cuando le dije a Ted Cruz en la cara que era un basket-case, le llamé embustero al nenito orejón ese de Marco Rubio e ignoré violentamente al Don Nadie de John Kasich, honestamente lo que quería hacer era levantarlos sobre mis hombros, tirarlos a la lona y brincarles encima desde la tercera cuerda… ¡y era evidente que ellos también querían meterme las manos a mí también! Es por eso que todos acordamos resolver esto como buenos macharranes de pelo en pecho que somos: ¡en una lucha sin cuartel, sin reglas y sin límite de tiempo en una jaula de alambre de púas! ¿Para qué seguir con esta inútil guerra de palabras, si al votante republicano primarista solo le importan tres?», preguntó, aclarando que dichos vocablos son, en orden ascendente de importancia: «Dios», «América» y «pistolas».
La pugna se llevará a cabo en el Hotel Trump en Las Vegas, «el establecimiento más lujoso, opulento y decadente en donde alguien puede pernoctar mientras pierde todos sus ahorros en apuestas y arruina a su familia», según su epónimo dueño. La riña entre los candidatos se resolverá «a pezcozá’ limpia –¡tal como lo querrían nuestro Padres Fundadores!– dentro de una jaula metálica de la cual no saldrá nadie que no sea en una camilla hecho to’ una porquería. Y les aclaro que dentro del cuadrilátero se permitirá de todo: manoplas, navajas, alicates… ¡básicamente cualquier cosa que quepa debajo de un peluquín de cuarta categoría! Lo importante es que esta batalla campal la vamos a resolver a mameyazo limpio de la manera más bajuna y mezquina, tal como ansían las huestes conservadoras», prometió Donald Trump. «Lo único que no dejaremos que nadie use durante el combate son hechos verificables, evidencia científica o buenos modales: ¡dejémosles esos melindres a candidatos mamalones!», rio el multimillonario, mientras a Jeb Bush le chillaban los oídos.
Por su parte, el doctor Ben Carson expresó su añoranza de que no lo ignoren durante la bronca, y que alguien al menos intente hacerle una dormilona.