«La información que tengo es que, luego de que el occiso acudiera a nuestra oficina de Humacao, le dio un fulminante patatús al enterarse de que ya pronto tendría que volver a trabajar», explicó Romero con mirada consternada. «Después de tantos años repitiendo aquello de que ‘el trabajo no mata’, ahora resulta que no sólo mata, sino que hasta pensar en trabajar podría matar. Queremos expresar nuestras más sinceras disculpas a todas aquellas personas a las que hemos repetido este estribillo. ¿Quién se lo hubiera imaginado?», añadió el titular del Departamento, quien sin embargo no supo explicar a qué se debía que los récords médicos tanto suyos como de los demás jefes de agencias gubernamentales reflejaran estados óptimos de salud.
Testigos que presenciaron el suceso aseguraron que las últimas palabras del difunto fueron: «¿Trabajar? ¡Ja! ¡Primero muerto! AAARGH! Thud!». Al cierre de esta edición, cientos de empleados de la Autoridad de Acueductos, de Energía Eléctrica y de la Corporación del Fondo del Seguro del Estado ya habían emitido sonoros suspiros de alivio en sus respectivos centro de «trabajo».