San Juan, PR – Como parte del Proyecto Educativo sobre Abstinencia Sexual para Adolescentes en Puerto Rico, encabezado por los Departamentos de Educación y Salud, ayer se presentó a «Manolín», campeón de la abstinencia, quien será parte integral de esta campaña.
«Manolín es un joven adolescente puertorriqueño que al igual que muchos otros jóvenes, le encanta janguear, jugar videojuegos, y por supuesto está curioso sobre el sexo», nos indicó Ayda Gregory, Secretaria Interina de Salud. «¿Cómo podrá lidiar Manolín con este impulso sexual, el más poderoso entre todas las especies, que tantas enfermedades malas le puede traer? Con la abstinencia, por supuesto, y él compartirá con la juventud puertorriqueña cómo se mantiene abstinente». Manolín llegará a la juventud puertorriqueña a través de anuncios televisivos e impresos, además de su propia página de MySpace.
Manolín, portavoz de la nueva campaña de abstinencia del Gobierno de Puerto Rico: ¿qué hará para resolver mientras no esté en una relación monógama? Esperamos con ansias sus aventuras…
El Arzobispo de la Iglesia Católica Roberto González Nieves, presidente de la Conferencia Episcopal de Puerto Rico, estuvo presente en la conferencia y aunque se le notó cierta sorpresa cuando se presentó a Manolín, se expresó positivamente acerca de la campaña. «Creo que es excelente que la postura oficial del Gobierno promoviendo la abstinencia es consistente con la de la Iglesia Católica. Acabo de enterarme al igual que ustedes de la integración de Manolín a la campaña, y espero…», manifestó con algo de incomodidad, «… que Manolín se mantenga claro en que no es sólo ser abstinente, sino también resistir la tentación carnal en todas sus facetas.»
El Arzobispo, algo sudoroso y turbado ante la revelación de Manolín: ¿se conocerán desde antes?
Le pedimos clarificación al Arzobispo a qué se refería con esas otras «facetas» de la tentación carnal, a lo que respondió algo reticente: «Bueno, a que no recurra por ejemplo a la práctica cochina del onanismo». Ante nuestras miradas bovinas de desconocimiento, el Arzobispo finalmente exclamó iracundo: «¡Coño! ¡Que no se raspe una puñeta! ¡A eso me refiero!»