SAN JUAN, PUERTO RICO – La conocida marca de comida de perro Alpo ha comenzado una masiva campaña publicitaria en la que pretende posicionarse como una alternativa alimenticia para los envejecientes del país.
“Con el despingue que tiene los Estados Unidos con el Seguro Social, la triste realidad es que nuestros ancianos no pueden depender de éste para satisfacer sus necesidades básicas”, explicó Lucius Maquiavelo, presidente de Maquiavelo Advertising, la compañía a cargo de la campaña publicitaria. “Pretendemos demostrarle al pueblo de que si los huevos se ponen a peseta y no tienen dinero para comprar comida, Alpo es una solución económica y viable para poder alimentar a nuestros envejecientes… y que los jóvenes vayan haciéndose de la idea, porque si las cosas están malas ahora, estarán aún peor cuando ellos estén en sus setentas. Quizás les convenga darle un ñaqui a la comida de la abuela para que vaya cogiéndole el gusto y viendo lo rica que es.”
Un niño pensando en el futuro y cogiéndole el gusto a lo que bien podría ser su primera fuente alimenticia en su Edad Dorada
El señor Maquiavelo develó las diversas pancartas de su campaña publicitaria. En una de ellas se muestra la imagen de una señora mayor en su cocina, sirviéndose una lata de comida Alpo en su plato mientras su perro la mira desde el suelo: el texto dice “Alpo: Bueno Para Fifí… ¡Y Bueno Para Doña Fefa!”. Otra pancarta figura la cara de una sextagenaria, con una cucharada de comida de perro en la boca, y diciendo: “Yummm… ¡sabe a gandinga!” (aunque no podemos evitar percatarnos que sus ojos parecen estar diciéndo más bien “¡Alguien máteme, por favor!”).
Andrew Alpo, CEO de Alpo Dog Food, Inc., es el visionario detrás de este nuevo enfoque de su compañía. “Ciertamente no queremos que la gente piense que Alpo es sólo comida para ancianos: sigue siendo el manjar predilecto de su querido canino. Sin embargo, si a abuela no le da el chequecito del Seguro Social para poder comer y apostar en el hipódromo, ya saben que Alpo les presenta un gran surtido de sabores, desde Prime Entrées – With Gravy hasta Chop House Originals – Filet Mignon Flavor. ¡Para los gustos los colores! Aprovechamos este momento para hacer la salvedad que si abuela usa caja de dientes, que no le compren la comida seca, porque se le haría difícil de masticar.”
Parte del surtido de Alpo, en todo su enlatado esplendor
Alpo ha incluso contratado los servicios de Giovanna Huyke, la afamada y rubenesca chef puertorriqueña, para prepararles un libro de recetas que use la gran variedad de sabores con los que goza el surtido de Alpo. “Tengo una aquí llamada Mondongo Alpo, en la que simplemente remojas dos latas de Prime Cuts Savory Beef Flavor – Without Gravy por par de horas, lo salas a gusto y le drenas el agua; luego coges una lata de Diced Cuts Simmered In Sauce y los cortas bien finititos (para que parezca toallita, tú sabes). Luego mezclas ambos ingredientes y se lo sirves a la abuela con una sonrisa, sabiendo que la cabrona te sacó del testamento y que le estás dando comida de perro”, dijo la chef, con una inusitada sonrisa maléfica.
Giovanna Huyke, preparándose para batir huevos en la preparación de su Bizcocho de Cumpleaños Alpo, “¡a ver si 80 es tu último cumpleaños, vieja maceta!”
Claramente esta campaña ha creado una gran controversia en el país. Manuel Torres, presidente de la Asociación Protectora de los Envejecientes, dice que es “una malvada movida capitalista para abusar de nuestros ancianos y aprovecharse de su desesperación económica”. Al preguntársele que qué alternativas tienen nuestros envejecientes que se encuentran ya en situaciones penuriosas y deben procurar cómo alimentarse, éste respondió que su asociación provee un programa de asistencia económica el cual describe a continuación: “cada participante nos paga $50, y entonces busca diez participantes más, que le pagan $50 a él, y de ésos $50 nos paga $10 a nosotros, y así por el estilo. Le llamamos La Pirámide de la Alegría y ha sido hasta ahora un gran éxito… ¡pero esto que está haciendo Alpo es un abusivo descaro!”
Por otro lado, la señora Petra Domínguez, de 76 años, apoya la campaña publicitaria de Alpo. “A mí el chequecito del Sóchal Sequiúriti no me da pa’ na’, y la pensión del ejército de mi difunto marido apenas cubre el costo de mis Winston, los boletos de la Lotto y Pega Tres, y mis frecuentes visitas a La Casa del Látigo de la Madama Sandra. Aprendí que si tú le echas un poco de adobo a la comida de perro y te tapas la nariz, no sabe tan mala y así se puede sobrevivir con el trapo de cheque que recibo.”
Desde que comenzó la campaña publicitaria de Alpo se ha registrado un aumento en las ventas de su comida de perro, al igual que las visitas a sala de emergencia por problemas gástricos.