La pastilla, producida por la compañía farmacéutica del Vaticano (Holy See Drugs, Inc.) se estará mercadeando en dos versiones: «Homo-Off» («Para prevenir tener que explicarle a tu familia por qué tu hijo de 40 años sigue soltero») y «Lez-B-Gone» («Porque eso de que las muchachas jueguen softball se ve tan feo…»). El uso de este fármaco está altamente recomendado por el mismo Papa, quien dictó que «toda mujer católica que se considere pía ciertamente tomará esta pastilla durante su embarazo, y así se evitará el profundo dolor de tener una criatura que nazca tiznada con la mancha de la homosexualidad». La droga también es avalada por otros reconocidos expertos en el tema, tales como el presidente boliviano Evo Morales (quien recomienda el uso de Homo-Off al igual que el consumo de pene de caballo); el espectro de Jerry Falwell (quien insiste que si la mamá de Tinky Winky hubiera tomado la pastilla, el Teletubbie púrpura hubiera salido menos mariposón); y el ex senador por el estado de Idaho, Larry Craig (a quien se le ha visto ingiriendo cantidades excesivas del fármaco, gimiendo: «Please, God, let it work… let it work!«).
«No nos malinterpreten», suplicó el Papa. «Nosotros amamos a nuestros hermanos y hermanas que escogieron vivir en el camino del pecado en vez de seguir el Camino del Señor como Dios manda. A pesar de que ellos se lo buscaron por estarse con esas changuerías, y aunque se merecen el eterno tormento del Infierno por su pecaminosa elección, no por eso dejamos de quererlos y de desear que sean felices en su vida terrenal — mientras les dure ese guiso. Sin embargo, tenemos que preguntarnos: ¿por qué mejor no simplemente erradicar el problema desde el principio?». Al inquirir si eso implica entonces que la Iglesia está por fin dispuesta a aceptar que la homosexualidad es una característica innata y por ende no una elección voluntaria, el Sumo Pontífice respondió: «No, ¡para nada! Nunca antes nos hemos dejado regir por la lógica o los dictámenes de la ciencia: ¡ciertamente no vamos a empezar ahora!».
Muchos sociólogos alrededor del mundo manifestaron su desapruebo de la existencia de esta pastilla, y de su recomendación por parte de la Iglesia: «El uso de esta pastilla tendrá efectos nocivos para nuestra sociedad al eliminar a los homosexuales del mundo: sin éstos, la humanidad nunca hubiera gozado de un sinnúmero de grandes artistas, filósofos, y senadores republicanos. Además, si al Papa de verdad le importara el bienestar de sus feligreses, dejaría de oponerse a la pastilla anticonceptiva (que evitaría que nacieran más niños a familias ya emprobrecidas) y al uso de los preservativos (que podría ayudar a frenar la transmisión del VIH, sobre todo en países tercermundistas). Recomendar Homo-Off y Lez-B-Gone es un mensaje contundente de que ser gay es algo malo, y es francamente algo que perjudicará primordialmente a la misma Iglesia. O sea, si eliminan a todos esos homosexuales católicos que rehúsan aceptarse tal como son, ¿cómo llenarán las filas del sacerdocio para la próxima generación?».