El artefacto que quemó a la joven fue hallado en Playa Flamenco en Culebra, en el área que otrora fuera usada por la marina de guerra para hacer prácticas y ensordecer a plazos cómodos a los vecinos de la isla municipio. Tras ser alertados de los dispositivos, agentes del Negociado Federal de Investigaciones hicieron una búsqueda en área y encontraron seis bombas, tres de las cuales tuvieron que ser detonadas. El tesón con el cual la marina de guerra depuró su área de práctica y la libró de explosivos comprobó que se preocupan tanto por la vida de los civiles en la zona de guerra como en territorio americano.
El almirante Zachary Thomas, quien supervisó la limpieza de los terrenos que la marina de guerra estadounidense utilizó en Culebra, manifestó sorpresa al enterarse que pudieran quedar tantas municiones vivas. «Nosotros contratamos un excelente grupo de expertos para asegurarnos que esa área quedara completamente límpida», aseguró el almirante. «Nada más y nada menos que una docena de chamaquitos entre 15 y 17 años, esas edades en la cuales los adolescentes son conocidos por su tesón a la hora de limpiar y mantener las cosas organizadas. Que tantas bombas hayan permanecido en la zona me hace pensar que quizás malgastamos esos $2.15 por hora que le pagamos a esos muchachitos», confesó el militar.
«Habrá muchos cínicos que nos acusen de ser apáticos para con la ciudadanía a la hora de retirarnos, y que dejamos eso ahí hecho un cuchitril porque estábamos enchismados de que un chorro de marroncitos tercermundistas igualados sacaran de ahí a coces a la Marina de Guerra de los Estados Unidos», advirtió Thomas. «Sin embargo, nada puede estar más lejos de la verdad: nada nos preocupa más que el bienestar de nuestros otrora vecinos culebreños. Pérate, ¿es ‘culebreses’? ¿’Culebranos’? ¿’Culebritas’? Bueno, ¡como carajo se diga!», concluyó, casi casi pegándola.
José «Pepo» Meléndez es uno de los adolescentes a quien la marina de guerra le pagó menos de salario mínimo para que identificara y removiera material explosivo de la antigua zona de práctica. Al recriminarle que sus esfuerzos aparentemente fallaron en encontrar varias bombas, este se encogió de hombros y replicó: «¿Y?», antes de seguir texteando en su teléfono.