«Queridos reyes», pidió Pedro Torres, residente de Guayanilla, «le pueden dar a los camellos toda la yerba crecía que tengo atrás en el solar. Lo único que quiero es que le den a ese chiflado un pipí bien grande. Tan grande que ese cabrón no sienta la necesidad de probar su hombría con bombas termonucleares. ¡Que esté tan cabrón que hasta le saque una jodía sonrisa de una vez a Melania! Ok, a lo mejor estoy pidiendo demasiado con eso último… ¡pero ustedes saben de lo que hablo!», imploró, aludiendo a la claramente amargada primera dama.
«Reyes Magos, ustedes nunca me fallaron cuando yo pedía el último He-Man. ¡No me fallen ahora!», exclamó, abrazando a sus hijos, quienes solo quieren Pokemons de regalo de Reyes, no morir en un holocausto nuclear.