«Cuando vi ese cohete con un convertible rojo siendo conducido por lo que parecía ser un terrícola», contó el teniente F’qyn K’rakr, miembro del Cuerpo Policiaco de Marte, «se me heló la sangre (y digo eso figuradamente porque obviamente los marcianos lo que tenemos en las venas es mercurio). Me dije: ‘¡Hoy no, Satanás! ¡Aquí no quiero ver yo un cochino ser humano mancillando nuestro espacio con su desagradable silueta ectomórfica, su patética necesidad de respirar oxígeno y su necesidad imperiosa de colonizar adonde quiera que llegue!’. Por eso lo detuve, le rompí el cristal de los focos traseros con mi batón y le metí cuanta multa se me ocurrió. Espero que eso lo haya escarmentado a él y a los de su raza, porque no quiero ver más gentuza de su calaña por estos lares, poniendo satélites a darle la vuelta a Marte, enviando robots a la superficie, o, ¡Xenu no lo quiera!, abriendo un Starbucks en cada esquina del planeta. ¡Zape, terrícolas!».
Al acusar al teniente K’rakr de detener al chofer del vehículo porque debido a su casco este parecía ser negro, el marciano negó rotundamente que eso hubiera tenido algo que ver: «¡A mí todos los miembros de la raza humana se me parecen! Si hay alguna diferencia entre un terrícola que ustedes llaman ‘blanco’ y otro que ustedes llamen ‘negro’, que venga Xenu y lo vea. Yo seré racista, pero no soy… ¡racista!».