«Ah, no puedo esperar por contarle a mis bisnietos cómo estábamos seguros de que Donald Trump nos iba a matar a todos, y en verdad, estábamos exagerando», aseguró Michael Ramírez, residente de Washington D.C., mientras planeaba secretamente cómo establecería a su familia en lo que quede del metro subterráneo de la ciudad. «Chacho, papá, ya me puedo ver diciéndole a los nenes cómo yo me cagué cuando amenazó a Corea del Norte e Irán por Tuíter y mis nietos riéndose de lo bobo que yo era. Sí, eso va a estar genial. Ja. Jajaja», imaginó con risa nerviosa.
«Chacho, cómo nos reiremos cuando pensábamos que el calentamiento global era inevitable y todas las costas actuales iban a estar bajo agua», reía Carla Ramírez, mientras caminaba por una playa de Isabela y veía el agua trepá’ en sitios que nunca llegaba cuando era pequeña. «‘¡Qué exagerados éramos!’, reiremos, mientras disfrutamos de un retiro sin deudas, en un mundo para nada sobrepoblado y que de ninguna forma una versión del mundo de The Handmaid’s Tale», expresó con mirada vacía.
Expertos consultados por este periódico aseguraron que estas visiones aterradoras del futuro no son para nada lo que ocurrirá, porque OB-viamente, será muchísimo peor.