«La verdad no tenemos ni [puta] idea de cómo [Casellas] pudo sufrir un derrame de conciencia, si hasta ahora creíamos que carecía de ella», explicó el doctor Jaime Bustamante, quien atendió a Casellas en la sala de emergencia. «O sea, alguien que es capaz de dispararle a perros por ladrar y de amenazar de muerte al gobernador [Luis] Fortuño definitivamente no puede ser capaz de reflexión alguna», explicó el galeno, evidentemente refiriéndose al incidente del perro, no al de Fortuño.
A pesar de la creencia generalizada de que Casellas no tenía conciencia, fuentes revelaron que en efecto tiene una, pero aclararon que defectos congénitos impidieron que se desarrollara plenamente. A pesar de su pobre desarrollo, récords médicos recibidos bajo condición de anonimato reflejan que esta no es la primera vez que Casellas sufre problemas con su glándula escrupular. El más reciente incidente que sufrió el corredor de seguros fue un paro de remordimiento severo que restringió toda actividad moral por un periodo de media hora. Según los récords, este incidente ocurrió el 14 de julio de 2012 mientras su esposa leía el periódico en la terraza del hogar que compartía la pareja en la urbanización Tierra Alta III de Guaynabo y tuvo como secuela la desaparición de rifles de colección, seguidos por alucinaciones sobre negros de cinco pies de estatura escalando muros de nueve pies de alto y un episodio de balbuceo incoherente ante cámaras de televisión.
Al cierre de esta edición había sido imposible obtener un estimado del tiempo que tomará la recuperación de Casellas. Se espera que el acusado permanezca recluido en la institución hospitalaria hasta que los eminentes especialistas en desórdenes judiciales aleatorios que lo examinan determinen que es capaz de comparecer al proceso o que al menos cuatro jurados puedan creer que de verdad necesita un andador para caminar (lo que ocurra último).